martes, 17 de julio de 2012

    Zoo terapia: una práctica de amor


La mágica relación que se produce entre los niños y los animales es un momento sublime de la naturaleza. Por más que haya algunos pequeños que teman a los gatos o a los perros, tarde o temprano, ese vinculo se transforma y las caricias y juegos logran sacarles una sonrisa. De eso se trata la zooterapia, una técnica que se desarrolla en nuestro país desde 1990 y que consiste en la asistencia de animales que busca intensificar el estímulo multisensorial.


                                       DE QUE SE TRATA LA ZOO TERAPIA? 
En LA ZOOTERAPIA los animales se convierten en algo más que una compañía diaria y se trasforman en buenos vínculos terapéuticos para ayudar a los niños a transitar conflictos que de otro modo serían más complejos, menos efectivos y seguramente más aburridos. El sistema consiste en vincular a los animales y los niños mediante juegos y actividades diversas, siempre supervisadas por un terapeuta quien decodifica los gestos y reacciones de los más chiquitos. Por medio de esta herramienta novedosa el adulto puede obtener información clave que se utiliza para afinar el tratamiento clásico. Generalmente, las actividades que se realizan van desde el cepillado de perros y gatos, hasta paseos, juegos con aros y pelotas, túneles y rampas.; también se los baña, alimenta o simplemente se comparte con ellos una tarde de juegos. Samanta Pistocchi, es la directora de la Fundación Seres de Luz, una asociación que se dedica a investigar científicamente los efectos de las terapias asistidas con animales. Además es la coordinadora de los talleres referidos a zooterapia que la fundación organiza. “Lo bueno de esta terapia -nos cuenta- es que es una disciplina que no tiene edades y cada tratamiento se realiza de forma personalizada de acuerdo a las necesidades de cada niño”, Como padres, podemos rescatar que la zooterapia funciona como un excelente complemento con los tratamientos tradicionales, sobre todo en patologías extrañas o difíciles como el autismo, o síndrome de down como también en trastornos emocionales, donde ya no hay esperanza de tratamiento. A los niños, sobretodo, este sistema de trabajo les brinda la posibilidad de abandonar lo tradicional y ponerse en contacto con sus emociones, no temer a los protocolos típicos en los que priman el guardapolvo blanco y la camilla.

       SONRISAS INMEDIATAS: una herramienta para mejorar la calidad de vida. 

 Nadie puede negar que la sonrisa de un niño implica mucho mas que un solo gesto. Nos alegra, compartimos la emoción, nos recuerda como éramos antes de ser “adultos”. Los regalos diarios de nuestros hijos hacen que la vida deje de ser esa rutina laborar absorbente y tediosa para poder retomar aquella energía vital que teníamos en la infancia. Este es el valor que rescata la zooterapia: Conectarnos con la más puro de nuestro interior y disfrutar lo que esta actividad nos ofrece. El bienestar que se logra a corto plazo es integrador debido a que todas las áreas de nuestro universo se equilibran. Samanta Pistocchi nos cuenta que una vez en contacto con los animales el efecto inmediato es a nivel anímico, físico y social: “… la alegría y el bienestar que produce un animal que te invita a jugar, te lame el rostro, te pide caricias, te acompaña, no te juzga ni discrimina, genera un contacto saludable y armonioso…”

                                               Una relación de simpatía 

 “ven conejito, no temas, no te haré daño”, es lo que muchos de los niños intentan comunicarle a los animales temerosos. Más allá de que los animalitos estén acostumbrados al contacto diario con pacientes, vale la pena aclarar, que ellos también se enfrentan con un mundo desconocido, especialmente con una persona desconocida de quien poco registran el nivel de daño posible. Samanta nos cuenta la historia de un niño de 3 años con fobia a los animales quien, pese a nunca haber vivido un episodio traumático, no podía pasear tranquilo por temor a que aparezca un animal. El trabajo se inicio lentamente: al principio el niño no se apartaba de su mamá, siempre a “upa” para no tener contacto con el animal. Los perros le “traían juguetes, se ponían panza arriba buscando caricias e intentando llamar la atención del niño, pero él los ignoraba” Después se le mostró al niño como los adultos interactuaban con los animales, para que poco a poco pudiera copiar cual “espejo” las acciones de sus papás y entrenadores. Poco a poco el pequeño se iba involucrando en la situación: “sonreía, miraba atento y curioso, hasta llegar a hablarle y buscar una interacción” En menos de tres sesiones, el niño jugaba y se vinculaba sin temor y al poco tiempo caminaba por la calle, y llamaba a todos los perritos con el apodo de “patán, patán”, refiriéndose a su amigo que acompañaba su terapia. Ese primer vinculo de amistad, este primer vinculo de confianza que el niño intenta generar es el primer escalón para que sus miedos e incertidumbres también vayan disipándose. Pese a que la relación que se establezca entre ellos no sea de igualdad, la empatía es el sentimiento profundo que logra desenmarañar un conflicto que puede denominarse para nosotros “ diagnostico. La zooterapia es una técnica que pese a su corta edad en Argentina es un instrumento útil, animoso y sentimental que puede enriquecer la vida de nuestros hijos y también la nuestra.

                                                       Bienestar a corto plazo: 

 A nivel anímico: emoción y alegria. el biniestra personal se trasmite rapidamente en el entorno. A nivel físico: el sistema nervioso se relaja, bajen las pulsaciones cardíacas y se regulen los niveles de azúcar en sangre. A nivel social: mejora la predisposición hacia el entorno, facilita la comunicación y aumenta el nivel de atención y rendimiento intelectual. Bienestar a largo plazo: Mejora la motricidad general y fina Aumenta la capacidad cognitiva Ayuda a equilibrar los niveles de tensión y mejorar el carácter. En las escuelas hay mayor integración, mejora el comportamiento y la concentración. Los habitos nocivos de revierten generando una limpia integración social y educativa.

 Para más información contactarse con Samanta Pistocchi Acompañante Terapéutico – Investigadora en Zooterapia – Pedagoga Waldorf Presidenta de la Fundación Seres de Luz

jueves, 12 de julio de 2012

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viernes, 30 de julio de 2010

Zooterapia: una práctica de amor

La mágica relación que se produce entre los niños y los animales es un momento sublime de la naturaleza. Por más que haya algunos pequeños que teman a los gatos o a los perros, tarde o temprano, ese vinculo se transforma y las caricias y juegos logran sacarles una sonrisa.
De eso se trata la zooterapia, una técnica que se desarrolla en nuestro país desde 1990 y que consiste en la asistencia de animales que busca intensificar el estímulo multisensorial. 

DE QUE SE TRATA LA ZOOTERAPIA? 

En LA ZOOTERAPIA los animales se convierten en algo más que una compañía diaria y se trasforman en buenos vínculos terapéuticos para ayudar a los niños a transitar conflictos que de otro modo serían más complejos, menos efectivos y seguramente más aburridos.
El sistema consiste en vincular a los animales y los niños mediante juegos y actividades diversas, siempre supervisadas por un terapeuta quien decodifica los gestos y reacciones de los más chiquitos. Por medio de esta herramienta novedosa el adulto puede obtener información clave que se utiliza para afinar el tratamiento clásico. Generalmente, las actividades que se realizan van desde el cepillado de perros y gatos, hasta paseos, juegos con aros y pelotas, túneles y  rampas.; también se los baña, alimenta o simplemente se comparte con ellos una tarde de juegos.

Samanta Pistocchi, es la directora de la Fundación Seres de Luz, una asociación que se dedica a investigar científicamente los efectos de las terapias asistidas con animales. Además es la coordinadora de los talleres referidos a zooterapia que la fundación organiza.  Lo bueno de esta terapia -nos cuenta-  es que es una disciplina que no tiene edades y cada tratamiento se realiza de forma personalizada de acuerdo a las necesidades de cada niño”,
Como padres, podemos rescatar que la zooterapia funciona como un excelente complemento con  los tratamientos tradicionales, sobre todo en patologías extrañas o difíciles como el  autismo, o síndrome de down como también en trastornos emocionales, donde ya no hay esperanza de tratamiento. A los niños, sobretodo, este sistema de trabajo les brinda la posibilidad de abandonar lo tradicional y ponerse en contacto con sus emociones, no temer a los protocolos típicos en los que priman el guardapolvo blanco y la camilla.

  
SONRISAS INMEDIATAS: una herramienta para mejorar la calidad de vida.

Nadie puede negar que la sonrisa de un niño implica mucho mas que un solo gesto. Nos alegra, compartimos la emoción, nos recuerda como éramos antes de ser “adultos”. Los regalos diarios de nuestros hijos hacen que la vida deje de ser esa rutina laborar absorbente y tediosa para poder retomar aquella energía vital que teníamos en la infancia.
Este es el valor que rescata la zooterapia: Conectarnos con la más puro de nuestro interior y disfrutar lo que esta actividad nos ofrece.
El bienestar que se logra a corto plazo es integrador debido a que todas las áreas de nuestro universo se equilibran. 
Samanta Pistocchi  nos cuenta que una vez en contacto con los animales el efecto inmediato es a nivel anímico, físico y social: “... la alegría y el bienestar que produce un animal que te invita a jugar, te lame el rostro, te pide caricias, te acompaña, no te juzga ni discrimina, genera un contacto saludable y armonioso...”

Una relación de simpatía


“ven conejito, no temas, no te haré daño”, es lo que muchos de los niños intentan comunicarle a los animales temerosos. Más allá de que los animalitos estén acostumbrados al contacto diario con pacientes, vale la pena aclarar, que ellos también se enfrentan con un mundo desconocido, especialmente con una persona desconocida de quien poco registran el nivel de daño posible. 
Samanta nos cuenta la historia de un niño de 3 años con fobia a los animales quien, pese a nunca haber vivido un episodio traumático, no podía pasear tranquilo por temor a que aparezca un animal. El trabajo se inicio lentamente: al principio el niño no se apartaba de su mamá, siempre a “upa” para no tener contacto con el animal. Los perros le “traían juguetes, se ponían panza arriba buscando caricias e intentando llamar la atención del niño, pero él los ignoraba”
Después se le mostró al niño como los adultos interactuaban con los animales, para que poco a poco pudiera copiar cual “espejo” las acciones de sus papás y entrenadores. Poco a poco el pequeño se iba involucrando en la situación: “sonreía, miraba atento y curioso, hasta llegar a hablarle y buscar una interacción” En menos de tres sesiones, el niño jugaba y se vinculaba sin temor y  al poco tiempo caminaba por la calle, y llamaba  a todos los perritos con el apodo de “patán, patán”, refiriéndose a su amigo que acompañaba su terapia.
Ese primer vinculo de amistad, este primer vinculo de confianza que el niño intenta generar es el primer escalón para que sus miedos e incertidumbres también vayan disipándose. Pese a que la relación que se establezca entre ellos no sea de igualdad, la empatía es el sentimiento profundo que logra desenmarañar un conflicto que puede denominarse para nosotros “ diagnostico. 
La zooterapia es una técnica que pese a su corta edad en Argentina es un instrumento útil, animoso y sentimental que puede enriquecer la vida de nuestros hijos y también la nuestra.

Bienestar a corto plazo:
  • A nivel anímico: emoción y alegria. el biniestra personal se trasmite rapidamente en el entorno. 
  • A nivel físico: el sistema nervioso se relaja, bajen las pulsaciones cardíacas y se regulen los niveles de azúcar en sangre.
  • A nivel social:  mejora la predisposición hacia el entorno, facilita la comunicación y aumenta el nivel de atención y rendimiento intelectual.
Bienestar a largo plazo:
  • Mejora la motricidad general y fina
  • Aumenta la capacidad cognitiva
  • Ayuda a equilibrar los niveles de tensión y mejorar el carácter.
  • En las escuelas hay mayor integración, mejora el comportamiento y la concentración.
  • Los habitos nocivos de revierten generando una limpia integración social y educativa.

Para más información contactarse con
Samanta Pistocchi
Acompañante  Terapéutico – Investigadora en Zooterapia – Pedagoga Waldorf
Presidenta de la Fundación Seres de Luz

Nota realizada por
VANESA MENDOZA
Periodista.